El presidente de México vive eternamente en una campaña electoral que no termina. Ha sido un excelente candidato pero no se ha desprendido de ese papel para asumir por completo y de manera eficaz el rol de jefe del Ejecutivo. En ese extravío político y de gobierno, el país vive momentos extremadamente peligrosos que toda la población padece, excepto el propio mandatario. La violencia está cobrando miles de muertos y desaparecidos, aunque López Obrador pretenda convencer de que no es asunto grave. Las masacres y ejecuciones están a la vista de toda la ciudadanía. El control que ejercen los muchos grupos criminales se va extendiendo a todo el territorio nacional. Este domingo, Matamoros amaneció con balaceras, bloqueos y vehículos incendiados; es parte de la anarquía. Guaymas vivió noche fatídica con varios ejecutados; mientras que en Sinaloa asesinaron a cuatro personas en distintos hechos en pleno Día del Padre.