La figura presidencial mexicana siempre ha estado en la polémica. Los motivos son amplios. Mandatarios que fueron cacheteados por sus amantes de la farándula; otro que mandaba cerrar el viaducto para correr autos deportivos; uno que engañaba a su mujer con una encueratriz, en fin, que la lista es abundante y este espacio resultaría insuficiente para detallarla. Pero la hoy devaluada imagen del presidente de la República, está en su peor momento de credibilidad, seriedad y respeto. Lo curioso es que no obedece a algún lío de faldas, no. Se debe a los yerros, autoritarismo, mentiras, engaños y beligerancia de Andrés Manuel López Obrador. Alguna vez, el hoy mandatario se refirió a Peña Nieto como el “payaso de las cachetadas”, porque según el tabasqueño todos lo ninguneaban; años después, el mote le quedaría al tabasqueño. Le perdieron el respeto, como el panista Diego Fernández de Ceballos que públicamente lo reta y llama “difamador cobarde”.