Ayer se consumó una de las mayores ofensas para el país. Donald Trump manchó con su grotesca persona el territorio nacional. La propició el presidente Enrique Peña Nieto al invitarlo y recibirlo en la residencia oficial de Los Pinos. El candidato republicano a la Casa Blanca –la verdadera- es un ricachón indeseable que todos los días insulta, agrede y amenaza a México y los mexicanos. Su odio a todo lo que representa nuestra patria es evidente y, desde luego, es un peligro latente. Por ello, nadie en su sano juicio se explica la decisión presidencial de traerlo a la república mexicana. Como bien lo definió José Luis Valdés Ugalde, investigador de la UNAM, el hecho constituye “un error histórico y político”, además, aseguró “La recepción en Los Pinos me parece innecesaria y absurda”. Así la percepción social de una repudiada visita de Trump, un estúpido gringo racista.